En los barcos de motor todos los objetos que necesita el navegante deben tener su sitio, del cual puedan tomarse y volverse a poner con un solo movimiento. Las estanterías deben diseñarse de manera que los libros y utensilios no puedan caerse.
Al navegar de noche, es necesario un tipo de iluminación que no deslumbre al timonel. Es conveniente la luz ambiental roja, junto con una linterna de mano, de luz blanca, para iluminar momentáneamente algún rincón.
En los barcos pequeños, el navegante debe poder disponer también de un lugar donde pueda colocar todo el material que necesite, con estos mismos criterios de orden y comodidad.
Cuando la iluminación es eléctrica, es mejor la fluorescente, que consume menos electricidad que la incandescente. Sin embargo, también proporciona menos calor.
Se debe disponer de una lámpara fija alimentada por una batería de pilas. Estas lámparas son muy prácticas cuando necesitamos ver claro con rapidez.
Baños
El tipo más extendido en la actualidad es el W.C. marino, con un sistema de bomba de mano que permite el desagüe directo al mar. Este sistema ofrece, en principio, las mismas garantías de comodidad que las instalaciones de tierra. La bomba se debe manejar con suavidad (aunque con firmeza), siendo raro que funcione bien cuando está la llave de desagüe cerrada.
Para evitar una vía de agua, no debemos olvidar cerrar las válvulas del casco cada vez que lo utilicemos. Este aparato necesita un cierto mantenimiento; se deben engrasar las llaves y el botón por lo menos una vez al año y no debe utilizarse en puertos y marinas.
Los W.C. químicos no suelen ser muy caros, evitándose con su utilización problemas de tipo mecánico. Éste es un procedimiento higiénico y que no contamina. Es necesario vaciarlo periódicamente y emplear los productos químicos adecuados, pero sin derramarlos, pues atacan a los cascos de madera y de metal.
En una embarcación el desorden puede ser insoportable. Cada objeto debe tener su lugar, del cual no debe salir más que para ser utilizado, volviendo a ocupar su sitio rápidamente. Esto hay que aplicarlo a todos los objetos que se encuentren a bordo del barco.
Los objetos de uso corriente deben guardarse juntos en un lugar concreto, que todos conozcan y de fácil acceso, para que el hecho de ir a buscar algo a cualquier hora, no perturbe la vida de a bordo. Un buen sistema es utilizar cajas de plástico que cierren bien.
Además de los lugares previstos en la cocina para guardar todo lo necesario para un plazo de tiempo inmediato, es conveniente poder guardar los víveres principales en los fondos del barco. Este sistema tiene la ventaja de permitir equilibrar los pesos. Es necesario colocar los objetos más pesados en el centro del barco y lo más bajo posible.
En la mar, el agua dulce es muy importante. Por lo general, ésta se almacena en depósitos que pueden ser flexibles o rígidos, y que se colocan en los fondos. Desde ahí sale toda una red de tuberías y bombas, que la conducen hasta los diversos puntos de consumo. Cuanto más complicada es la red, más cómoda es, pero también más averías se suelen producir. Hay una opción para el que quiera navegar lejos: disponer de varios bidones de emergencia. De todas formas, estos serán de utilidad para aprovisionarse de agua en las marinas que no dispongan de tomas.
Una vez satisfechas las necesidades del barco y colocados los víveres, utilizaremos lo mejor posible los espacios que todavía queden disponibles. El ordenar los objetos personales está en función de la eslora de flotación del barco y del número de tripulantes.
En los barcos pequeños, la solución es normalmente el bolso individual en el que metemos nuestras cosas. También podemos poner redes en el ángulo que forma la cubierta con el casco. Estos habitáculos son extensibles y están poco expuestos a la humedad, pero sin embargo afean un poco la estética del interior del barco.
Si disponemos de más espacio, hay que proporcionar a cada tripulante un lugar para colocar sus efectos personales. Por lo general, es conveniente guardar de modo colectivo las botas y los trajes de agua.