En el regreso a casa en un velero de competencia de 50 pies, después de una larga regata a mar abierto, hice valer mis privilegios de capitán y tomé posesión del camarote. Justifiqué esa decisión ante mi tripulación aludiendo que así me mantenía más próximo a la cabina y a los controles, en el caso de que necesitaran ayuda para cambiar el rumbo, ya que la cabina estaba próxima al camarote y así podía regularmente actualizar nuestras rutas de navegación.
Me gustaba el camarote, porque el aire fresco venía directamente desde las escaleras y podía alcanzar un refresco o un puñado de galletas sin abandonar mi litera. Un beneficio colateral es que podía oír lo que pasaba en el puesto de control, lo cual es bueno no sólo porque me gusta escuchar a escondidas sino también porque tenía a mi mando a una tripulación inexperta en la navegación de barcos pequeños.
Una noche, estaba dormido, pero con el oído de marinero alerta ante cualquier anormalidad. La mayoría de las conversaciones en el puesto de control eran sobre los planes al llegar a casa: formas fáciles de levantar muchachas y complicados métodos para hacer dinero. Y ahí comenzó…
Uno le dijo al otro: “sabes que la luz verde ha estado en el mismo lugar por largo rato”. Mis oídos se despertaron y mi sueño se hizo más superficial. Pocos minutos después el otro dijo: “que extraño, la luz verde se acaba de convertir en una luz roja”. Ahora mis oídos estaban muy alertas y tenía un ojo completamente abierto.
Paso otro minuto y el primer marino dijo: “no, fíjate que la luz verde esta acá y la roja por allá”. Mi corazón empezó a latir aceleradamente mientras corría al puesto de control y descubría a los inexpertos que tenía por tripulantes mirando lo que parecía un ángulo de 45 grados entre la luz verde y la luz roja, con algo muy oscuro de por medio.
¡Volteaeltimonvolteaeltimonvolteaeltimón! Grité. El timonel me miró boquiabierto, mientras salté a lo largo del puesto de control y le quite el timón, para hacerlo girar fuertemente. Encima de nosotros golpeó la vela principal, pero esa era la menor de nuestras preocupaciones.
Después de segundos aterrorizantes, surgió la montañosa y blanca ola producida por la proa del tanquero más grande que he visto en mi vida. Nuestro barco se tambaleó y rebotó mientras el gigantesco casco rojo y negro pasaba y desaparecía en la oscuridad. Nosotros tres nos veíamos las caras percatándonos de que apenas habíamos sobrevivido: hubiéramos sido una pequeña marca de pintura en semejante barco que nunca se habría enterado de habernos golpeado.
Si usted es como la mayoría de los capitanes, probablemente piensa que basta con seguir los reglamentos, el internacional y el de aguas internas de cada país. Técnicamente tiene razón, pero después de 40 años de experiencia he desarrollado mi propio juego de reglas. Son fundamentales, por supuesto, las Regulaciones Internacionales para Prevenir Abordajes (COLREGS), que se aplican cuando se está en alta mar, mientras que el reglamento de navegación interna cubre lagos, ríos y áreas cercanas a las costas.
1) Los barcos grandes siempre tienen el derecho de paso. No importa de quién es el derecho realmente, porque siempre perderá si trata de navegar en frente de un tanquero o si trata de forzar a su embarcación. Usted puede fallar en el cálculo de su velocidad (es fácil que ocurra); si eso sucede los únicos ganadores serán sus herederos y algunos abogados. Recuerde que las palabras más peligrosas en la navegación son: “podemos lograrlo”.
2) Siempre asuma que ellos no lo ven. En un barco de 16 pies o en un remolcador, nunca estará en aprietos si asume que el otro capitán no lo ha visto o es demasiado tonto para saber que usted tiene el derecho de paso. El manejo defensivo funciona igual de bien en el agua como en la carretera. Se puede morir con la misma facilidad con la que se puede cometer una equivocación.
3) Hacer los cambios de cursos a tiempo (y de verdad). Es difícil juzgar ángulos y distancias en al agua, así que los cambios de curso deben ser realmente notorios para el otro barco y se deben realizar lo antes posible para que todos sepan lo que usted está haciendo. Muchos accidentes ocurren cuando se retrasan sus acciones hasta que es muy tarde, y se ven atrapados en una serie de maniobras y de cambios de curso que terminan en colisión.
4) En caso de duda, disminuya la velocidad. Esto le brinda tiempo a usted y a todos los demás involucrados para actuar inteligentemente y evitar cualquier problema, recuerde que incluso a 10 nudos, se está moviendo a casi 5 metros por segundo.
5) Los barcos a su derecha tienen el derecho. ¿Por qué cree que le llaman derecho de paso? Técnicamente su zona de peligro está directamente desde adelante hasta 112 grados a estribor. Pero no cuente del todo con ese derecho de paso, si un bote deportivo que desarrolla 150 KPH está acercándose desde 113 grados a estribor, el piloto podría estar muy ocupado acariciando el cuello de su chica.
6) Mantenga la derecha. Cuando dos embarcaciones se mantienen cabeza a cabeza o muy cerca, cada uno debe virar a estribor, justo como se haría en un camino de un canal para automóviles.
7) En una maniobra para adelantar manténgase despejado. Cuando dos botes se están moviendo en la misma dirección el bote que pasa debe mantener la vía despejada. Si está en una vía marítima, es un gesto de consideración bajar la velocidad de modo que las bebidas no se derramen, por las olas que produce su embarcación.
8) Conocer la corriente. En aguas internas se debe saber hacia cómo se mueve la corriente, porque eso afecta al derecho de paso. Los barcos que van hacia abajo tienen derecho sobre los que van de subida, y los botes que cruzan el río deben mantenerse alejados de esos que suben y bajan.
9) Recuerde tocar la corneta. Igual que al manejar un carro, tocar la corneta muestra nuestras intenciones a los otros barcos. Un toque significa estribor y dos toques significa babor, si el otro bote está de acuerdo sonará una señal similar. En caso de peligro tocará cinco ó más cornetazos. Es bueno que disminuyan la velocidad o se detengan hasta que ambos ingenien cómo hacer la maniobra.
10) No pelee por sus derechos. Hay cientos de páginas de reglamentos, que cubren buques por debajo del comando, embarcaciones incapaces de maniobrar, botes de remo e inclusive botes anclados. ¿No es tonto ir hacia un bote anclado pensando que usted tiene el derecho de paso? Las regulaciones y los reglamentos pueden ser complejos y confusos para principiantes y no tan principiantes. El punto esencial es evitar colisiones que pueden arruinarle el día.
11) Juegue limpio. Esta regla cubre casi todas las situaciones que se puedan encontrar. Deje la rabia en la orilla y no use las reglas como un martillo para forzar a la gente fuera de su camino. Manténgase lejos de situaciones que puedan generar problemas y otorgue el derecho de paso incluso cuando no tenga porque hacerlo. Recuerde jugar limpio y ser amable con los otros marinos. ¿Acaso no compró su embarcación para pasarla bien?